Voy a hablaros de una verdad incómoda, una verdad que la mayoría tratamos de ocultarnos a nosotros mismos: colaboramos a la explotación, tortura y muerte de millones de animales diariamente y sin necesidad. Soy consciente de que existe un mínimo número de personas que no tienen opción de vivir de forma vegana pero, seguramente, tú no seas una de ellas.
La mayoría de las personas hemos sido educadas y en la idea de que los animales existen por y para servirnos. Aprendemos que unos animales existen para servirnos de alimento o vestimenta y otros para entretenernos o hacernos compañía. Con frecuencia nos horroriza que en otros países coman los animales que en nuestro país consideramos como “mascotas”, como perros o conejos. No queremos ver que una vaca o un cerdo sufren exactamente igual que un perro o un gato. Mientras en occidente criamos vacas o cerdos, en otros países se crían perros o gatos para comer su carne. Nos gusta ver a otros países como bárbaros por comerse los cadáveres de unos animales, cuando la verdad es que nosotros comemos cadáveres de otros animales igualmente sensibles al dolor. La verdad es que ningún animal (incluyo también a los animales humanos aquí) merece ser esclavizado y explotado durante toda su vida para que otros obtengamos un beneficio.
La producción de “carne”, además de torturar, explotar y asesinar a millones de animales cada día (por mucho que os engañen o queráis engañaros, no hay manera ética de explotar y matar a otro animal), consume muchísimos recursos naturales. No es una opinión personal, es la verdad. Pensad por un momento en el terreno, agua y recursos necesarios para cultivar alimentos para el ganado. Ahora pensad en los recursos que ahorraríamos si dejásemos de criar animales para comérnoslos y destinásemos ese terreno y recursos a cultivar vegetales.
Comer pescado o marisco no es menos dañino que comer carne de animales terrestres. La verdad es que la industria pesquera mata muchos más peces y animales de los que son consumidos por el hombre. Muchos son arrojados de nuevo al mar después de morir agonizando. Durante mucho tiempo, se ha considerado que la capacidad sensorial de los peces y animales marinos es inferior a la del resto de animales, pero hoy existen diversos estudios que indican lo contrario. Imaginas sentir un anzuelo atravesado en tu boca o tu garganta?, y la agonía de morir asfixiado, sintiendo que los ojos se te salen de las órbitas por la descompresión al ser arrastrado fuera del agua? Respecto a ciertos moluscos como los bivalvos, existen estudios indicando que sí sienten dolor y otros que no. La verdad es que, personalmente, no considero suficientemente probado que no sientan dolor y por eso (y porque los considero animales) no los consumo.
Cuando abrimos un paquete de leche o degustamos un trozo de queso, queremos pensar que no hay dolor detrás de un gesto tan simple. Nada más lejos de la verdad: las hembras de las especies de mamíferos producen leche para sus crías. Esto, que se estudia en la escuela básica cuando somos niños, parece que lo olvidamos cuando somos adultos. La verdad es que, para que los humanos bebamos leche o podamos consumir lácteos, las vacas, cabras, ovejas… son separadas de sus crías (que, si son machos, serán matados para convertirlos en filetes o chuletas y, si son hembras, tendrán el mismo destino que sus madres) para que no se beban la leche que les corresponde. Las hembras son inseminadas aproximadamente cada año y el proceso se repite hasta que sus cuerpos ya no producen al mismo nivel y entonces son enviadas al matadero también.
La industria del huevo es también tremendamente cruel. Sí, también los huevos de “gallinas felices”. Las gallinas han sido seleccionadas genéticamente para producir huevos en mayor cantidad y frecuencia de lo que lo harían normalmente. Esto les causa diversos problemas y molestias que son indiferentes a la industria ya que, cuando dejan de producir, son enviadas al matadero. Los pollos de raza broiler, por ejemplo, han sido seleccionados para crecer a un nivel tan rápido y producir tanta “carne” que sus cuerpos casi no lo pueden soportar. Mueren cuando son aún bebés. Los pollitos de razas destinadas a poner huevos, si nacen macho, suelen ser triturados vivos porque no son rentables para la industria ya que no ponen huevos (si tenéis interés, os puedo indicar dónde ver esto en vídeos). Las hembras vivirán explotadas el resto de sus vidas. La mayoría vivirán hacinadas, con el pico cortado y sin poder apenas moverse. Las más afortunadas podrán quizás ver la luz del sol. Todas ellas producirán huevos hasta que su cuerpo no de más y serán enviadas al matadero.
Diversos estudios confirman la inteligencia de los insectos y la complejidad de las relaciones que establecen. Las verdad es que las abejas son animales fascinantes que han tenido la desgracia de producir para sí mismas un alimento con un sabor que agrada al hombre: la miel. La miel es producto del polen de las flores, ingerido y regurgitado hasta 50 veces. Sí, es vómito ingerido de nuevo y nuevamente vomitado. Las abejas no producen miel si no tienen una reina, por lo que los apicultores compran a las abejas reinas, a veces ya inseminadas. Para obtener el semen del macho, se aprieta su cuerpo y se extrae el semen que será utilizado para inseminar a la abeja reina. Posteriormente, a la abeja se le cortan las alas para que no pueda volar y mover la colmena. En la naturaleza, sin intervención humana, las colmenas se van moviendo y creando colmenas nuevas pero claro, esto no es rentable para el ser humano. Imagina que te pasaras meses trabajando para llenar tu despensa de comida y que, al fondo de tu despensa, alguien abriese una puerta y te robase casi toda tu comida obligándote a trabajar aún más para poder comer (o dejándote un alimento de menor calidad para tu supervivencia). Eso es lo que hacemos con las abejas, y eso en el mejor de los casos, ya que hay métodos de extracción de la miel muy agresivos que matan muchas abejas en el proceso.
Gracias a las abejas y al resto de los animales polinizadores, podemos alimentarnos los seres humanos. Sin polinizadores no tendríamos la mayoría de plantas en el planeta, los necesitamos para sobrevivir. Ayuda a preservar las abejas explotarlas para obtener su miel? No. Para ayudar a las abejas debemos dejar de utilizar pesticidas dañinos para ellas (y para las personas), y dejarlas en paz. Además, la apicultura está desplazando en muchos casos a las abejas silvestres, las locales, y las está llevando al borde de la extinción.
Y eso refiriéndome sólo a los animales explotados para nuestra alimentación, otro día os hablaré de los explotados en la industria textil o cosmética.
Si habéis llegado hasta aquí voy a recomendaros varios documentales sobre todo lo que os he hablado, aunque os animo siempre a que busquéis por vosotros mismos publicaciones y fuentes científicas respecto a cualquier tema, que contrastéis información y os creéis una opinión propia informada. En mi página de Facebook cuelgo regularmente vídeos cortos y artículos que quizás os interese leer o ver.